notas de prensa

EL FRENTE NACIONAL PROPONE, A CAMBIO, DEVOLVERLE A LOS SETECIENTOS MIL ECUATORIANOS RESIDENTES EN ESPAÑA.


Madrid, 3 de noviembre de 2008| Las grandes compañías multinacionales suelen ser prepotentes. Poco importa que procedan de Estados Unidos, Gran Bretaña o España. El Frente Nacional no siente especial simpatía por este tipo de compañías que tienen una innata tendencia a tratar a los gobiernos de las naciones como si fueran lacayos a su servicio. Repsol, sin ir más lejos, no destaca precisamente por regalar la gasolina o el gasóleo a los españoles. A Repsol sólo le debemos su enorme contribución a dificultarnos cada vez más llegar a final de mes sin números rojos en la cuenta.

Sin embargo, la retórica demagógico indigenista del pintoresco señor Correa resulta totalmente inadmisible. España se ha convertido en la válvula de escape de cualquier descontento popular en Ecuador al acoger sin ningún tipo de contrato previo, a cerca de setecientos mil ciudadanos ecuatorianos, precisamente los más pobres y desfavorecidos que se han venido a España de forma masiva en los últimos diez años. Además, estos inmigrantes, envían a Ecuador ingentes sumas del dinero que ganan en España, lo que supone una permanente fuga de capital español que repercute en beneficio de los ecuatorianos que han elegido al señor Correa.

Un presidente como éste, que no es capaz de garantizar a sus ciudadanos un nivel de vida aceptable en su propio país forzando a centenares de miles de ellos a emigrar al nuestro, debería ser menos arrogante a la hora de plantear desafíos a España y a sus empresas. Si como él dice “la república bananera se acabó”, debería demostrarlo consiguiéndoles un trabajo digno en Ecuador a todos los que han tenido que salir de allí huyendo de la miseria y de la corrupción política que dirigentes como él han instalado de forma endémica.

Nuestro gobierno debería recordarle al señor Correa estos detalles y bajarle un poco los humos. Nosotros nos podemos quedar con Repsol y él, a cambio, que se quede con los setecientos mil ecuatorianos que han venido aquí sin invitación de ningún tipo.