notas de prensa

La población tibetana está siendo masacrada ante la permisividad una vez más de las potencias occidentales.


Madrid, 24 de marzo de 2008 | Después de casi sesenta años de ocupación china, el Tíbet ha vuelto a manifestar en las calles de Lhasa su rechazo al régimen comunista y ha pedido auxilio a Occidente, no habiendo encontrado más que oídos sordos ante su dramática situación.

Una cultura milenaria viene siendo arrasada desde hace años y la actual población tibetana está siendo masacrada frente a la indiferencia del mundo occidental. Desde la ocupación militar china, se calcula que fueron destruidos más de seis mil monasterios y templos, y millares de monjes budistas y campesinos fueron asesinados o hechos prisioneros. Es un hecho indubitado que la revolución cultural china de 1966, junto a una política continua de colonización de los territorios del Tibet, han destruido una gran parte de la cultura y las tradiciones de este pueblo. En la región se han creado importantes depósitos de residuos nucleares y más del 80% de sus bosques han sido talados.

Entretanto, los políticos de las democracias occidentales omiten el reconocimiento del Gobierno tibetano en el exilio e ignoran la dramática solicitud de ayuda en estos momentos críticos de represión. El mismo liberalismo occidental que busca la mínima excusa para intervenir en países cuyas fuentes de riqueza puedan colmar la voracidad de sus multinacionales, ignora en cambio el llamamiento desesperado de un pueblo que vive desde hace casi seis décadas aplastado por un régimen que conculca uno a uno todos los derechos humanos.

Esta situación evidencia la hipocresía de los políticos occidentales cuando recurren a la Declaración de los Derechos del Hombre para legitimar no pocas de sus actuaciones, como excusa para ocupar países y succionar sus recursos cuando son interesantes para las cuentas de resultados de sus multinacionales. Políticos que miran para otro lado cuando estas mismas multinacionales envían al paro a millones de trabajadores en Occidente, mientras refuerzan la mayor dictadura del planeta, instalando en China sus factorías ante la ausencia de derechos laborales y unos costes salariales cercanos a la esclavitud.
En estos momentos críticos, el levantamiento anticomunista de Lhasa es semejante al de Berlín en 1953, al de Budapest en 1956 o al de Praga en 1968 frente al comunismo soviético. En aquéllos, las democracias occidentales se comportaron cobardemente y se mantuvieron impasibles. Igual que está sucediendo ahora.

El FRENTE NACIONAL expresa su apoyo al pueblo tibetano y su rechazo a la ocupación chino-comunista, y pide al Gobierno español que suspenda la participación de España en los próximos Juegos Olímpicos, ya que únicamente servirán para legitimar un régimen criminal y expansionista que esclaviza a su pueblo y a otros vecinos.