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Jorge Álvarez.- Nacido en Oviedo en 1960. Licenciado en Derecho y Experto en Comunicación Audiovisual. En la actualidad es Secretario Nacional de Acción Política y Comunicación del Frente Nacional.



Andan los “progres” bastante alborotados con el cuadragésimo aniversario de su infantil pataleta de Mayo de 1968. Mucho se está escribiendo sobre esos no tan lejanos días. Casi todo de tipo apologético y, por supuesto, sectario. No se trata de que el sistema actual sea heredero de aquella algarada, más bien todo lo contrario. Desde entonces han acontecido hechos que apuntan en la dirección opuesta, como la caída de todas las democracias populares del Este de Europa unos 20 años después, el cambio económico en China y el triunfo planetario de la dictadura económica del libre mercado. Pero sí ocurre que muchos de los que participaron o simpatizaron con las protestas del Mayo francés, son ahora personajes muy cómodamente instalados en el “establishment” neoliberal, bajo partidos socialdemócratas o bajo partidos de centro reformista. Y claro, queda muy bien rodear de un aura romántica aquellos hechos. Se recuerdan como si hubiesen sido la obra de imaginativos soñadores jóvenes e intelectuales que sólo buscaban regenerar un mundo anticuado e injusto.
Mayo de 1968 no fue más que una payasada de niños pijos de la extrema izquierda universitaria parisina que se desmadró por la lenta reacción del gobierno derechista de Pompidou–De Gaulle. Analicemos los hechos con rigor.
Las famosas manifestaciones de estudiantes eran realmente manifestaciones de estudiantes de extrema izquierda antisistema y revisionista – comunistas leninistas, trotskistas, maoístas y anarquistas – secundados por los habituales gamberros asilvestrados y apolíticos que con tal de no estudiar se suman a cualquier tumulto para dar rienda suelta a sus instintos primarios.
Estas manifestaciones cogieron por completo desprevenido al principal partido, por entonces, de la izquierda francesa, el “ortodoxo” Partido Comunista. Cuando éste, y su gigantesco sindicato de trabajadores, la CGT, se decidieron a apoyar las protestas estudiantiles, lo que parecía una broma empezó a parecer algo más serio. Las bobadas de los ociosos niñatos progres no ofrecían más que eslóganes ridículos que han pasado a la posteridad sólo porque cualquier gilipollez “progre”, en este sistema hipócrita, se convierte en un icono aunque sea intelectualmente nula. Estos pijos de izquierdas, en su infantil narcisismo, se permitían defender regímenes que, como el de Mao, los habrían asesinado a todos sin dudarlo, y por supuesto, a muchos millones más de compatriotas.
El gobierno derechista ignoró a los revoltosos y negoció con la CGT mejoras salariales para los trabajadores. Éstos, que a diferencia de los niñatos de extrema izquierda, tenían familias que mantener, volvieron al trabajo. Los alborotadores estudiantiles con su “maestro” Sartre se quedaron solos. La inmensa mayoría de los franceses de a pie no quería saber nada de sus “imaginativas” chorradas. A los pocos días todo había terminado. Los estudiantes, ya aburridos, se dieron cuenta de que estaban en Junio y decidieron buscar la playa donde realmente está, a la orilla del mar, y no debajo de los adoquines. Una manifestación infinitamente más numerosa que las de los alborotadores de fin de semana inundó las calles en apoyo del gobierno y del presidente de la república.
De Gaulle consideró oportuno adelantar las elecciones. Gracias a los niñatos la derecha francesa obtuvo su mayor triunfo electoral. Un sesenta por ciento de los franceses votó gaullismo. La UDR del presidente obtuvo 294 escaños en la Asamblea mientras que todos los partidos de izquierda juntos sólo sumaron 91. Por primera vez en la historia de la república francesa un partido obtenía la mayoría absoluta. La izquierda, muy presente en las calles en Mayo, se desmoronó en las urnas en Junio. Eso fue todo.
La verdadera revolución que se produjo en 1968 tuvo lugar en Praga. En Agosto fue salvajemente aplastada por los tanques de un régimen con el que se identificaban alegremente los niños bien del 68 francés. Un atajo de tarados con los estómagos bien repletos que nunca hicieron nada por la causa de la Libertad.

Autor: Jorge Álvarez